Es difícil ser limpio de corazón. Porque casi todos nosotros, cuando
hacemos algo, somos motivados por deseos entremezclados. Inseguridad que
nos lleva a proyectar una imagen de importancia, convicción de ayudar a
los demás, egolatría, competitivismo, fe, amor, envidia... Por eso
Jesús dijo que son bienaventurados los de limpio corazón, aquellos que
se preguntan constantemente sus motivaciones.
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