La gente pide a gritos un Héroe.
Cada vez que el mundo se rompe a jirones y todas las seguridades
se desmoronan, buscamos desesperadamente a uno que nos inspire, que nos diga
que no todo está perdido, que podemos seguir confiando en alguien, sobretodo en
un momento cuando ya nadie cree en nadie.
Todos deseamos alguna vez llevar una capa y defender a los
más débiles, parar las balas con super poderes, ser impulsado por valores
extraordinarios y hacer del mundo un sitio esperanzador.
Pero pronto nos dimos cuenta que nos transformamos en
aquello que odiamos.
Nos volvimos mentirosos, injustos, indiferentes, malvados.
Atrás quedaron las buenas intenciones y comenzamos a correr
la carrera desenfrenada por ganar a toda costa, sobrevivir sea cual sea el
precio.
Pero cuando nos transformamos en Padres y vemos a nuestros
pequeños engarzar en sus espaldas capas de tela, corriendo calles abajo con
espadas y antifaces, gritando alguna consigna.
Cuando los vemos como nos observan y ven en nosotros una “fuerza
extraordinaria”, asumimos con temor que somos sus Héroes y con sus amigos
pelean para ver cuál de sus Padres es más fuerte que el otro.
Es ahí donde se aprieta nuestro corazón, pues ellos quieren
ser tal como nosotros.
Se nos rompe el corazón saber que algún día, cuando crezcan,
verán que no somos tan “valientes”, al contrario, somos más inclinados a la
cobardía, al temor, a la mentira y a esos antivalores que retratan más al
villano que al “jovencito” de la película.
Pero no todo es malo.
Posiblemente nuestras acciones han manchado nuestro pasado,
pero eso no significa que lo harán con nuestro futuro. El mañana aún permanece
intacto, para intentarlo nuevamente. Quién sabe, detrás de nuestras débiles
existencias se encuentra realmente alguien con la suficiente entereza como para
inspirar a muchos. Quién sabe si debajo
de nuestra ordinaria historia se encuentra una vida extraordinaria.
Es verdad, no detendremos balas con la palma de nuestra
mano, ni desarmaremos a cinco bandidos con tres movimientos y una que otra Bati
sorpresa…
Pero tomaremos el valor de ser mejor que ayer, nuestra capa
será el honor y la verdad, nuestra insignia, un corazón palpitando por hacer el
bien y nuestra visión será el mirar el mundo no como un espacio para sacar
provecho de los demás, sino para tenderle la mano a los que cayeron.
No volaremos por encima de las nubes, pero nos encumbraremos
por encima de la mediocridad.
No desarmaremos villanos, pero con nuestra solidaridad
destruiremos el mal de la indiferencia y el egoísmo.
Dichosos aquellos que podemos mirar el rostro de nuestros
hijos sabiendo que quizás nos criticarán por miles de cosas, pero hay algo que
nunca podrán decir, que no lo intentamos. Que hicimos el esfuerzo por trabajar
para entregarles un mundo mejor y cuando caímos, no quedamos lamentando
nuestras derrotas, sino que nos erguimos para sacudir el lastre de nuestras vergüenzas
y seguir mirando hacia el mañana...
El mundo pide a gritos a un héroe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario