Navidad...
Navidad, ya no hueles a paja ni animales . Ya no hueles a
frío ni a penurias.
Navidad, solo hueles a compras y carne asada, a perfumes y
chocolate.
Lejos de la iluminada ciudad y de sus cálidos villancicos
dicen que puedo hallarte.
Donde no hay regalos, ni excentricidades, ni viejos fofos
vestidos de rojo... donde dos refugiados junto a su hijo recién nacido esperan
que pase esa noche
triste.
En una sala de parto improvisada, en medio de la mugre y la
precariedad, rodeados por un mundo ruin que no se apiada de una niña embarazada
y sin dinero.
Rodeados de monstruos como Herodes, que representa a todas
aquellas bestias que no les importa el otro con tal de seguir acaparando más y
quitando más al más frágil.
Navidad, espacio donde los malaventurados y menesterosos son
los únicos en abrir su hogar, compartiendo su herrumbroso refugio de pajas.
Navidad, ya no hueles a niño pobre ni a lágrimas de Padres
impotentes... Navidad, ya no hueles a simpleza, ni a la voz de ángeles que se
acercan a pobres pastores dándoles un respiro de esperanza en medio de sus
trabajosas vidas.
Navidad, ya no hueles a Dios.
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