Escuchar es amar.
El autor del salmo 32 dice en un momento " Mientras
callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. "
En una sociedad que se dice "De las
comunicaciones" se hace hoy más que nunca dificil escuchar al otro.
Estamos tan afanados por nuestras actividades que caminamos
por la vida de espaldas a los demás.
Para aquellos que sufren o han sufrido traumas horribles el
silencio puede ser tan devastador como el hecho mismo que provocó el trauma.
Se dice de un joven que frente a la terapia dijo:
"Estoy cansado de todas sus respuestas.. ¿Hay alguien aquí que quiera
escucharme de veras?".
Pero debo hacer una advertencia, escuchar no es fácil,
porque para los que trabajamos ayudando a personas se nos hace casi una
actividad profesional donde lo más importante es la eficacia de dar buenas
respuestas y en ese camino olvidamos el solo hecho de "Estar ahí".
Por eso el autor del salmo se encuentra frente a un pozo
monstruoso, el hecho de llevar a cuestas su silencio, como un fardo
inaguantable.
En Dios encuentra un canal para desbordar su impotencia y
sus miedos más profundos. En ese "Otro" que lo ama profundamente, el
salmista encuentra ese brazo amigo tan necesario para seguir viviendo.
Como diría también la autora francesa Françoise Dolto:
"Es necesario romper el silencio antes que el silencio nos rompa por
completo".
Posiblemente hoy nos encontramos frente a este abismo, cargando
con nuestros silencios impotentes. Posiblemente solos, lejos de los demás que
viven sus vidas sin un minuto para nosotros.
Si es así, aún te digo, No estás solo(a)... Tienes a Dios,
tienes un lápiz, un papel, te animo a que escribas y "describas" a tus
monstruos, no los ocultes más, libérate y no dejes que tus huesos sigan
envejeciendo.
Dios te bendiga.
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