5 mar 2008

4 pasos para arruinar tu vida II (Para líderes)





2. Invierte un millón de esfuerzos en aquello que vale un peso.

Primera historia
Han sido días duros. Su primo ha muerto y ese golpe es demoledor.
Él mira el futuro con un aire distinto, pues detrás de todos sus seguidores, de todas aquellas miradas esperando un milagro, de que su nombre es conocido en todo el país, de que es invitado por la aristocracia judía, para dar a conocer sus puntos referentes a la Ley.
Él sabe que detrás de todo eso le espera la cruz con sus brazos abiertos.
Se aparta de la multitud para descansar, para pensar lo que serán sus próximos pasos, pero no puede darse ni un respiro, la gente lo sigue por doquier.
Cuando ya parece que en territorio gentil no lo atosiga el gentío, una mujer avanza hacia él. Su piel, su vestimenta y su manera de hablar la identifican, es del noreste de Israel, descendiente de pueblos que antaño se enfrascaron en más de alguna guerra con los judíos.
Sus discípulos recuerdan un extraño suceso con otra mujer en las inmediaciones de Samaria y creen que la respuesta del maestro será tan compasiva como aquella otra vez, pero se sorprenden, pues el maestro mira a la mujer y sin dudar sigue su camino, el escenario cambia pues ahora esta extranjera redobla sus intentos por llamar la atención de aquel hombre.
Lo que en un comienzo fueron sollozos, ahora son gritos. Gritos que proclaman algo que ni aún sus más cercanos han reconocido, le llama “Hijo de David”.
Jesús insiste en ignorarla, hasta que sus discípulos le ruegan que escuche la desgarrada oración de esta madre que viene a él para que su hija se sane.
Jesús les declara: -No he sido enviado, sino a las ovejas perdidas de Israel-
Este evento lo encuentran en Mateo 15 y marcos 7.
Jesús accede finalmente a la petición de esta mujer cananea y sana a su hija, aunque reconoce que su llamado prioritario no son los paganos, sino los judíos.
Todos sabemos que posterior al evento pascual, la iglesia se abre al desafío de las misiones con los gentiles, pero este evento definitivamente nos habla de un Jesús con prioridades en su agenda.
Esto podría ser una respuesta de por qué a Jesús no lo vemos en Roma, en Asia menor ni en California.

Segunda historia
La iglesia de Corinto cuenta con la bendición de haber sido formada por Pablo, sus líderes conservan su perfil y es visible el trasvasije de vida en aquellos siervos.
Pero como toda iglesia emergente en una ciudad grande, no demoran en venir los problemas.
Comienzan a adherirse hermanos de otras congregaciones, formados por otros estilos de liderazgo, también surgen líderes espontáneos que no han conocido a Pablo y que cuentan con un sesgo más autodidacta.
De pronto estas inclinaciones tan naturales en algunos hermanos de la congregación a otros tipos de liderazgos, se acentúan y lo que en un principio fue una oportunidad en medio de la diversidad, hoy se transforma en una amenaza de carácter sectario.
El apóstol declara que la identidad cristiana no está fundamentada en ningún líder, por carismático que parezca, sino sólo en Cristo.
Dentro de esta declaración él reconoce que su llamado principal no fue ni siquiera bautizar cristianos (para evitar cualquier abanderamiento por parte de algunos que podrían sentirse verdaderos cristianos, por el hecho de haber sido bautizados por el fundador de la iglesia)
“Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio…” 1 Corintios 1:17ª

Los dos ejemplos anteriores no hablan de moverse y mover el tiempo en pos de las prioridades.
Una de las características de las personas exitosas es en cómo invierten su tiempo.
Dios nos ha dado algo, en lo cual somos iguales todos los seres humanos, 24 Horas. Las personas con destino, con visión, con una meta clara en la vida, se diferencian de los demás en el uso que le dan a sus 24 horas.

Pasos a seguir:
El primer paso, es reconocer y descubrir que Dios nos ha entregado alguna capacidad, algo en lo cual somos competentes.
Reconociendo aquello, debemos fortalecer esa capacidad para lograr ser un buen administrador de ese talento o don. Y eso se logra con tiempo.
Creo honestamente hablando, que Dios me diseñó con la capacidad de comunicar. Desde pequeño siempre estuve ligado al teatro y eso influyó lo que estoy haciendo hoy.
Más del 60% de mi tiempo lo invierto en fortalecer mis capacidades.
Propuse en mi corazón ser cada día mejor predicador, mejor comunicador.
Como pastor, invierto tiempo comunicando la visión del ministerio a los líderes, mi labor es conducir.
Se que en temas de administración no soy diestro. Es ahí donde realizo aquellas tareas a través de otro, de otro que anhela estar en aquel lugar que yo no deseo. La administración.

Según investigaciones, cuando uno aprende algo, en el cerebro se producen conexiones neuronales, es parecido a un camino pequeño, que primeramente es estrecho y de tierra, hasta terminar en una carretera doble vía. Lo interesante es que este camino siempre puede estar en expansión, es inagotable.
El gran error que uno puede cometer en la vida es estar donde no debe, es invertir tiempo en aquello que no es tu pasión, tu vocación.

Recuerda a tu pastor
Una vez, en el seminario donde estudié, le preguntaron a un seminarista que recordara a su pastor.
Él puso cara de nostalgia y dijo: "Recuerdo a un hombre que se gastaba los zapatos visitando, que llevaba a las ancianitas al hospital, que estaba en todos los cultos de oración, que abría y cerraba el templo, que cuando había que limpiarlo, arreglar el techo... ahí estaba él"
El profesor le miró y apagando todo su fuego romántico con un gran extintor Bíblico, le dijo:
"Bueno, mal ejemplo tiene de su pastor... Quizás él debió ser diácono, no pastor"
Después nos explicó que no negaba que un pastor visitara y asumiera labores de servicio, pero su primera labor por excelencia debiera ser la ENSEÑANZA de las Escrituras.
Y claro, siendo sinceros, hay muchos líderes que se gastan la vida y su tiempo estando en cientos de lugares, pero no se concentran en aquello que solo ellos podrían hacerlo excelente.

Tercera Historia
La última historia es para insistir en la necesidad de concentrarte en tu llamado y tus capacidades.
Los apóstoles tuvieron al gran maestro del servicio, Jesús.
Cuando la iglesia comenzó a crecer, sin duda ellos fueron ejemplo de servicio, tanto en las grandes necesidades como en las pequeñas. Una de esas necesidades era ayudar a las viudas.
La comunidad creció bastante y ya no sólo habían judíos, sino también hermanos de otras naciones que creían en el Dios de Israel. Posiblemente ellos escucharon la predicación de los apóstoles en Jerusalén y se unieron a la iglesia de Cristo.
De pronto, este grupo tuvo cierta tirantés con los judíos, ya que estos postergaban a las viudas gentiles, dando casi exclusiva atención a las viudas judías.
Los apóstoles tuvieron que tomar una decisión que marcaría a la iglesia para siempre.
Ellos decidieron dejar de servir a las viudas y darle esta labor a otros hombres.

" No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios , para servir a las mesas, busquen varones entre nosotros... a quienes encarguemos este trabajo y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra"
Hechos 6:1-7

Al tomar esta decisión, sucedieron dos cosas importantes:


  1. Los apóstoles se dedicaron a invertir la mayor cantidad de su tiempo en aquello que sólo ellos podrían hacer con eficacia y que tendría un impacto mucho más poderoso que el servir mesas (no se pone en tela de juicio el servir mesas, sino el que los apóstoles siguieran en aquello, cuando la potencia de su llamado estaba en predicar y orar).
  2. Al elegir diáconos, dieron espacio a líderes emergentes que marcaron la iglesia con su testimonio, como Felipe y Esteban.

¿Quieres tener un ministerio con gran influencia en los demás?
¿Quieres tener un liderazgo con la puerta abierta a otros?
Pues bien, concéntrate para que tu vida impacte.

Reflexionar:

  • Vivir ocupado, no necesariamente es sinónimo de eficacia.
  • Vivir lleno de actividades en la iglesia, no necesariamente es signo de espiritualidad.
  • Hacerlo todo no es necesariamente dar el ejemplo.
  • Decir que si, a veces es una puerta al fracaso.