11 jun 2012

El rabino Jesús nazareno y su sentido del Humor


El rabino Jesús nazareno y su sentido del Humor

Un sacerdote cuenta que en el confesionario, una vez una señora muy respetable en la parroquia se acercó para confesar su "Gran pecado". El joven cura la escucha y ella confiesa:"Padre, he pecado en mi mente, porque ya son varias veces las que me imagino a nuestro Señor Jesús riendo a carcajadas"...
Les invito por favor a que hagan un viaje conmigo, les parece.
Tomen sus maletas y echemos un vistazo a este rabino galileo.
Solo quiero comentar antes, que Jesús, en su rol de maestro tenía un agudo sentido del humor. Lo digo con convicción profunda.
Luego de varios años de leer y enseñar la Biblia con una visión intencionalmente alegre, me doy cuenta del peculiar método que Jesús usaba para transmitir verdades profundas.
Jesús es el maestro de la ironía y las exageraciones. Y utilizaba esos recursos como una estrategia comunicacional ya sea para sus amigos o en respuesta a sus enemigos.
Pero bueno, no es mi intención seguir hablando de manera técnica sobre este asunto, mejor véanlo ustedes mismos.
¿Se animan a venir conmigo a Galilea y ver en vivo a nuestro Señor?
  •  “Pasar un camello por el ojo de una aguja”
(Mt 19:24)
Estábamos comiendo debajo de un árbol, un antiguo olivo que amablemente nos daba sombra. Cuando llegaron unos hombres.
Venían con un joven, este chico estaba muy bien vestido.
Con su túnica engarzada con filamentos de oro.
A la edad de este muchacho, tener tanto dinero es privilegio de menos del 5% de nuestra población. Fortuna, Fama e influencia. Este joven lo tenía todo.
Varios conocemos a su Padre. Un gran mercader de la zona.
Sus productos son conocidos desde Antioquía hasta el gran Nilo.
La familia de este joven ha ayudado a construir muchas sinagogas de la zona.
Jesús está sentado conversando con sus amigos, aprovecha el descanso para remendar su ropa, desgastada por tanto trajín.
El muchacho, con un respeto profundo, se presenta ante el rabino y en una posición de sobrecogimiento se inclina ante él.
Le dice:-Maestro ¿Qué puedo hacer para heredar la Vida eterna?-
Jesús lo mira con alegría, le convida una manzana. Luego se levanta y le dice: -Pero tú ya sabes los mandamientos, ama a tu prójimo como a ti mismo, no les robes, no des falso testimonio, honra a tus Padres, no adulteres… ¿eso lo sabes desde pequeño no?-
-Si Rabí-contestó el joven- he guardado esos mandamientos desde pequeño. ¿Qué más puedo hacer?-
Jesús guarda silencio, lo mira, ve sus joyas, su anillo de oro, sus vestiduras de lujo, su olor a perfume de nardo, su rostro blanco bañando en leche. Luego, mira a su alrededor, a toda esa gente humilde, enfermos, con los ojos tan tristes, llenos de necesidad, venidos de paupérrimas condiciones de vida.
Jesús le responde:-Has hecho lo que es justo, pero te falta hacer lo que es perfecto. Vuelve a tu casa, toma todas tus posiciones, el dinero que tienes en el banco, tus  tierras, todo. Ve con eso y dalo a los pobres, para que guardes riquezas en el mejor banco que existe, un lugar donde nunca perecerán tus riquezas. El banco del Reino de los Cielos. Luego ven y sígueme-
Los discípulos de Jesús se miran impresionados, la gente no puede creer lo que dice el rabino. Todos los presidentes de las sinagogas han aprovechado las riquezas de esta familia, muchos sacerdotes viven por las ofrendas del Padre de este joven. Pero Jesús le pide lo imposible.
El muchacho siente que esas palabras son demoledoras. Su rostro alegre y esperanzado poco a poco va mudando en una tristeza y desazón profunda. Tragó saliva, bajó el semblante y sin mediar palabra alguna da vuelta y vuelve por el camino que se le vio aparecer. Jesús lo sigue mirando con amor.
A unos metros, el joven monta el camello que lo trajo y se pierde camino abajo, entre los árboles.
Jesús vuelve su rostro a sus discípulos, toma la aguja con la que remendaba su ropa y le pide a Felipe.
-Felipe, tú tienes buena vista ¿Me puedes ayudar a enhebrar este hilo en la aguja?- luego alza la voz, agarra un cordel para amarrar pesadas cargas y dice- ¿Amigos, se imaginan cuán difícil será enhebrar un cordel en una aguja? -Los niños se acercan y se ríen, luego toma a Pedro y pone por debajo de su túnica, en sus espaldas, un abultado saco de piel lleno de agua. Le pide que se ponga en cuclillas.
Imaginen un camello, como aquel en que vino el muchacho. ¿Quién podría intentar meter en esta pequeña aguja semejante animal?- los niños se suben arriba de Pedro y riéndose Pedro, siendo parte del juego hace como si intentara entrar por la cabeza de una aguja. Todos reímos.
Jesús, luego de soltar una carcajada, respira profundo, mira el camino de donde vino el joven millonario y dice. –Así como tan difícil es tratar de entrar un camello por el ojo de una aguja, así de difícil es que un rico entre al reino de Dios… pero lo que para los hombres es imposible, con Dios nada es imposible-
(Algunos comentaristas sugieren que Jesús no habla del ojo de una aguja literal, sino de una puerta llamada “Ojo de aguja” que estaba ubicada en Jerusalén. El problema es que esa puerta jamás existió. Así que la imagen es simplemente esta, un gran animal, abultado por su joroba intentando entrar en un espacio diminuto. Es una imagen muy chistosa.
Otra cosa interesante, es que algunos comentaristas sugieren que el prefijo “Para” Dios es posible. También se puede leer como una conjunción. “Con” Dios nada es imposible)
  • “Guías ciegos, pasan por el cedazo  un mosquito, pero se tragan al camello” 
(Mt 23:24-25)
Tenemos menos de una semana en Jerusalén. El ambiente es bastante tenso. Pareciera que Jesús busca el desenlace. La multitud le vio aparecer en Jerusalén, entre los gritos y cánticos le recibieron. Todos esperaban que llegara el momento definitivo en que por fin nos desasiéramos de los Romanos. Pero Jesús, en vez de dirigirse por las calles hacia la ciudadela Romana, se dirigió al Templo y tomando las mesas de los cambistas las arrojó al suelo. Quedamos todos desorientados. Esperábamos al Mesías guerrero, pero nada a acontecido. Los ánimos comienzan a caldearse.
Muy temprano lo acompañamos al templo. Los enfermos y minusválidos le siguen y él obra algunos milagros. De pronto se da el enfrentamiento. Hace años que los Fariseos cuestionan y presionan a Jesús, intentando encontrar alguna enseñanza, alguna palabra, algo que sirva para tomarle preso. Jesús los mira, luego observa a la gente.
-Cuando vayan a las sinagogas queridos hermanos, y vean a estos maestros enseñando sobre la Ley de Moisés, háganle caso en todo, pues ellos se han preparado para entender lo que es justo, pero no hagan conforme a sus obras, pues como el rabí gatica, predica pero no practica-
Luego, en un tono de tristeza entretejida de un amor dolido, ese amor no correspondido que hace que las palabras sean fuertes, enérgicas, pero buscando como último recurso el que entiendan con cuán grande amor Dios intenta convencerles.
-Ay, escribas y fariseos, pobres de ustedes, que se han esforzado tanto por adorar a Dios y se han perdido en el camino, se han perdido porque están ciegos. Y en su condición de ceguera, quieren guiar a otros ciegos ¿Se imaginan?- En ese momento Jesús se pone la mano en los ojos y tratando de tantear a uno de sus cercanos, logra llegar donde un muchacho, a quién hace que ponga su mano en su propio rostro y así, los dos ciegos intentan caminar. Al dar unos cuatro pasos tropieza Jesús y el muchacho también. La gente sonríe. – ¿Ven? ¡Son ciegos que intentan guiar a otros ciegos!-. La ironía de Jesús hace que varios se rían, algunos que temen a los fariseos, se ríen tímidamente, tapándose la boca con precaución.
-Ay de ustedes escribas y fariseos, se preocupan de cumplir en cada detalle la Ley de Moisés, pero descuidan las bases, lo primordial- luego Jesús busca en una de las personas cerca una que tenga agua, un señor tiene una pequeña bolsa de cuero con agua y Jesús le pide beber un poco. Bebe.
-¿Se imaginan beber esta agua y saber que hay un mosquito? Muy pocos tendrían la sagacidad de hallar un mosquito en esta bolsa, por lo menos yo podría haberme bebido varios mosquitos sin percatarme. Pero ustedes escribas y fariseos, son de los que buscan infatigablemente ese pequeño mosquito, pero no se percatan que pueden tragarse un gran camello con joroba y todo, y lo más gracioso es que ni siquiera se darían cuenta!!!-
Luego con algunos amigos recordamos esa escena notable y nos reíamos. La sola imagen de un fariseo respetable tomando una sopa y reclamando por el mosquito en medio de su plato, luego que le cambiaron el plato, le traen otro de sopa pero con un gran camello con joroba.
Nos imaginamos a este hombre tomándose esa sopa sin percatarse de tamaño monstruo,  pasando ese camello por su esófago y llegando a su estómago. Qué ridícula escena.
Así debe vernos Dios, insistiendo en guardar aquellas cosas que no son malas, pero a la vez son menudencias espirituales y hacernos los ciegos y sordos ante realidades tan fundamentales de la Fe. Como aquellos maestros que discuten fervorosamente de qué manera se debe levantar la mano a la hora de la oración, pero mantienen una frialdad estoica frente a miles de niñitos que a esa misma hora, levantan sus manitos en la calle para pedir un pedazo de pan.

  • Nadie prende una lámpara y la pone debajo de un mueble. 
(Mt 5:15).
Ya venía la tarde. El viento soplaba un poco más fuerte en la explanada cerca de la cima de la colina.
Desde aquí podíamos ver Capernaúm, la gente volviendo de sus labores y en las casas ya las lámparas encendiéndose.
-Amigos, todos sabemos desde niño que Jerusalén y el Templo son la luz de la nación. Pero yo les digo ahora, que ustedes son la Luz del mundo. El Padre está haciendo algo nuevo, su presencia ya no será patrimonio de lugares sagrados, desde ahora morará en cada uno de ustedes. Pero atentos, cuando uno entra en un lugar oscuro y prende la lámpara, nadie se fija en la lámpara, pues su función es alumbrar su entorno. Para eso los he llamado, para que entreguen su vida en pos de alumbrar este mundo, nos busquen que la gente se impresione de ustedes, porque de lo contrario habrán perdido el enfoque se su misión. Cuando ellos vean sus buenas obras, cuando vean su trabajo en pos de hacer de este mundo un lugar donde habite Dios y su justicia, los hombres alabarán al Padre.
¿Porque,  se imaginan un niño, con una lámpara en su mano? Llega a su casa, que ya está oscura, ¿qué es lo que se debe hacer al llegar a ese lugar así de oscuro?- un joven le dice- Pues, alumbrar la casa-
-Exacto-dice Jesús- alumbrar la casa, pero ¿Y si el muchacho llega con la lámpara y la pone debajo de la mesa? Jajaja, no sirve de nada!!!.
Luego que hacen la cena llegan sus invitados y todos se tropiezan al entrar en casa, pues la luz si bien alumbra, no está alumbrando la casa, ya que está en el lugar equivocado. Dejen que su luz brille en este mundo, no se cansen de hacer el bien y brillarán en medio de este mundo en tinieblas, como la más fulgurante de las estrellas-
  • Falsos profetas” 
(Mt 7:15)
 Ya estaba oscuro, Jesús ya a punto de bajar, comenzó a caminar por una pequeña ruta de vuelta a la ciudad. Nos topamos con un grupo de pastores de ovejas. Jesús los saluda amablemente. Uno de ellos, el más joven le regala queso y mantequilla. Jesús lo abraza y lo besa en la frente, le agradece por el exquisito queso.
Jesús nos mira- ¿Saben lo peligroso que es ser pastor de ovejas? como el Rey David, expuestos a las fieras del campo que atacan sin piedad- Le pregunta al más viejo de los pastores si han perdido parte del rebaño últimamente, el pastor le responde que hace 4 días que perdieron dos ovejas porque una manada de lobos se acercó al rebaño, en la madrugada cerca de los límites de Gadara. Jesús los bendice y ellos agradecidos le regalan una suerte de manto de piel de oveja, para cubrirse en estas noches otoñales.
Jesús bajaba la colina y decía -Recuerdo la historia de nuestro Padre Jacob, cuando se puso la piel de cabrito para engañar a Isaac. Queridos, tengan cuidado, muchos lobos se acercarán al rebaño vestidos con pieles de ovejas- en ese instante se puso la piel de oveja arriba de su cabeza, la que lo tapaba hasta sus espaldas. Y comenzaba a saltar detrás de  sus amigos, gruñendo, como si fuera una bestia. Todos nos reíamos.
Simón le preguntó-¿Rabí, cómo sabremos distinguir a esos lobos?-
Jesús se ríe y le dice: -jajaja, buena pregunta Simón, está claro que tú no sabes pues solo hueles a pescado y no a oveja. Un lobo, aunque se vista de oveja, se ve ridículo, pues habla como lobo, huele a lobo y se comporta como lobo. A los falsos profetas, por muchos que se vistan de piadosos, sus frutos salen a la luz tarde o temprano-
  • “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no ves el TRONCO que está en tu propio ojo?” 
(Mt 7:3)
 Estábamos cerca de la cima de la colina. Jesús hablaba sobre las riquezas y lo peligroso que es dejarse esclavizar por ellas. De pronto se levanta y toma una fruta de uno de los árboles y la comparte con una señorita. Venía hablando sobre el compartir. El problema es que la muchachita la conocemos todos. Es Judith, una de las prostitutas más conocidas.
Cuando Jesús comparte con ella, vemos a dos ancianos intérpretes de la ley que murmuran y se ríen de Jesús, posiblemente creyendo que Jesús no sabía quién era la mujer.
Jesús los mira y les dice –No juzguen y no serán juzgados, perdonen y serán perdonados. ¿Alguien de ustedes ha tenido alguna vez alguna basurita en el ojo? ¡vaya que es molesto!.- Se acerca a Juan, le toma la cabeza y sopla en dirección a uno de sus ojos- ¿Se imaginan alguien tratando de limpiar la basura del ojo de su amigo? cuando en su propio ojo lleva una viga!!! – toma ahora una varilla seca y gruesa que había en el suelo y se la lleva al ojo derecho- ¿Cómo podré limpiar la basurita del ojo de mi amigo si yo ando con tremendo tronco en mi propio ojo?-. Todos comenzamos a reír, los ancianos enojados se van colina abajo y luego Jesús se acerca a la muchacha, le toma la mano con cariño y le dice algo que no podemos escuchar a esta distancia. Vemos a la niña que se limpia las lágrimas. Otras mujeres que son del grupo de seguidores de Jesús la reciben con mucha alegría, ella termina de limpiarse el rostro de sus lágrimas y decide seguir a Jesús.  Nunca más vimos a Judith trabajar como prostituta.

  • “Limpian el vaso por fuera… por dentro sigue asqueroso” 
 (Mt. 23:25)
Se acercaba la hora sexta, la gente se agolpaba en el patio del templo. Ya estaba cerca la fiesta de la pascua, cuando Jerusalén era visitada por casi tres millones de personas. Jesús se encuentra dialogando acaloradamente con la los Fariseos. Por el pasillo norte se acercan tres saduceos sacerdotes con la misión e calmar a la multitud y expulsar al agitador.
Jesús tomando un recipiente de la mano de un mendigo y con una ironía que ya a esta hora era insoportable para los oídos de los religiosos, les dice.- ¿De qué sirve si este vaso que tengo en mi mano lo limpio por fuera, si ya llevo dos semanas comiendo y comiendo sin lavarlo? , es como cuando limpian y pintan la tumba de sus familiares… ¿Para qué? si por dentro está llena de corrupción. Así son ustedes Fariseos y Teólogos de la Ley, hipócritas, pues se preocupan por mantener la fachada externa, se esfuerzan por mostrar una santidad de la apariencia, pero por dentro hasta murciélagos y telarañas tienen, están llenos de toda inmundicia. ¡Limpien primero lo que está dentro del vaso, y luego podrán sin problemas limpiar lo de fuera!-
Mientras escuchábamos las frases de Jesús, pensábamos en esa ironía, que era como un cuchillo hincándose con violencia en esa “omnipotencia” que tenían estos ancianos. La ironía de nuestro Señor es como un martillo golpeando hasta los cimientos una estructura que solo está en pie para mantener una imagen de piedad.
Mientras hablaba pensábamos en Elías, el profeta. Cuando Jezabel lo amenazó de muerte, este huyó al desierto. Pero aquí tenemos a este otro profeta, que en vez de huir de la muerte la enfrenta de cara. Cuando pudo haber hablado calló y ahora que es el momento de callar habla. Pobre Jesús, esto es un suicidio. Pues , pararse frente a estos hombres que por muchos años nos decían que eran los representantes de Dios, pararse frente a ellos y decirles que en realidad no son tan buenos ni piadosos como parecen, despertará un odio inimaginable.
  • “¿Qué salieron a ver al desierto… a un hombre vestido con vestiduras delicadas?” 
( Lc. 7:24-26)
Hace unos meses que el bautista ya no pisa la llanura del Jordán. Herodes lo tiene preso por predicar en el desierto del Jordán. Para Herodes, la presencia de Juan es una amenaza, primero, porque es el único que lo ha encarado acusándolo de adulterio, por haberse casado con la esposa de su hermano.
Pero también es una amenaza, porque Juan predica en el desierto del Jordán, muy cerca del mar muerto.  Y esas tierras están limitan con el pueblo de los nabateos. Herodes se había casado con la hija del rey Aretas IV, y ahora la repudia para quedarse con Herodías.
Los ciudadanos están temerosos, pues saben que un conflicto armado está a las puertas. Aretas, con su capital en la magnífica ciudad de Petra, en cualquier momento puede invadir Jerusalén y la mortandad sería catastrófica.
Juan predicando en las puertas del reino nabateo es más que una amenaza. Es para Herodes una señal de su posible declive.
Ahora Juan está a unos 25 Km. Al sudeste de la desembocadura del Jordán. En la fortaleza de Maqueronte.
La predicación de Juan era básicamente del Dios del Juicio, el Dios que está a las puertas para concretar su justicia definitiva sobre nosotros. Juan venía predicando sobre el mesías que traía en su mano el hacha para tomar el trigo que sirve y dejarlo en el granero, y el que no sirve para bautizarlo en el fuego del juicio.
Pero Jesús vino y su mensaje se centraba en el Reino de Dios. Un Reino que venía para restaurar el orden actual. Jesús no solo predica sobre el reino, sino también da señales de cómo será este reino, sanando enfermos, libera a personas oprimidas por el diablo, dando de comer a los hambrientos. El Reino de Dios es una buena noticia de alegría y esperanza.
Juan está desconcertado. Envía desde su oscura celda unos mensajeros, para preguntarle a Jesús si en definitiva era él el que tenía que venir o habría que esperar a otro.
Jesús está en casa de Simón, sentado a la mesa, comiendo pescado.
Cuando escucha el mensaje de estos hombres, se limpia la boca, toma un sorbo de vino y se levanta de la mesa.
Se acerca a la puerta, fuera ya han llegado muchos enfermos.
-Hola hermanos, hoy quiero hablarles una vez más sobre el reino de Dios, pero no con palabras. El Reino de Dios está aquí, con nosotros y hoy le veremos.-
Jesús recibió a un pequeño niño de 8 años, lo traían en camilla, hace casi un año una extraña enfermedad lo dejó lisiado. Jesús lo toma de la mano, le sonríe, le pregunta el nombre. David se llama. Jesús le pregunta si quiere levantarse de la camilla, el niñito asienta con su cabecita.
-Pequeño David, levántate, porque así como el joven rey David, tu fe ha vencido hoy a este gigante que te tenía preso en esa cama-
El niñito a duras penas, trató de sostenerse, primero se desestabilizó y luego comenzó poco a poco a caminar. Su pobre Madre lloraba emocionada. Abrazó a Jesús y besaba sus pies. Jesús la levanta y le dice:-Mujer, aquí está tu pequeño, estaba muerto, pero hoy se levanta, no temas él verá tu vejez y cerrará tus ojos cuando partas de aquí-
Toda esa tarde Jesús se dedicó a orar por los enfermos. Gente de varias aldeas se aglomeraron en la casa del pescador.
Ya al anochecer, fue donde los enviados de Juan y les dijo:-ustedes me preguntaron si era yo el mesías, pues bien, díganle a Juan lo que han visto esta tarde, los ciegos, los sordos, los lisiados, los endemoniados, todos son sanados. El reino de Dios ha llegado, pero no para condenar, sino para sanar y libertar y Dichoso es aquel que no se escandaliza de mí-
Luego Jesús nos habló:-Les digo amigos que no hay hombre nacido de mujer ni profeta más grande que Juan. ¿Qué creen ustedes que iban encontrar en el desierto cuando fueron a  ver a Juan? ¿Un delicado hombre con nariz respingada y trajes finos?- En ese momento Jesús emulaba a los ricos de la época, caminando con mirada de desprecio hacia su izquierda y derecha, todos comenzamos a reír de las muecas que hacia Jesús respingándose la nariz-No, Juan no era un aristócrata con delicados vestidos. Ese tipo de persona no la encuentras en el desierto sino en los palacios. Juan era un profeta, vestido de pieles toscas, con un llamado particular en un tiempo particular, él es la Voz del desierto que preparó el camino del mesías-
  • El maestro V/S EL MAESTRO 
(Lc. 10:25-3)
Con Jesús entramos a una sinagoga para escuchar un famoso teólogo doctor de la Ley. Como es de costumbre, luego que el ministro toma el rollo de la Torah o los profetas se lo entrega al maestro, el Rabí besa el rollo, luego lo abre, lee una porción determinada, al terminar de leer besa nuevamente el rollo y lo devuelve al ministro para que él lo guarde.
El maestro se sentó en la cátedra de Moisés (Un asiento donde se sentaban los predicadores cuando comenzaban a enseñar) y comenzó a predicar sobre la tanaj (pentateuco), basado en el libro de de “Devarim” (Deuteronomio).
Nos sentamos con Jesús, cuando el doctor de la Ley observa a Jesús y lo identifica.
De pronto, en un acto brusco y repentino el maestro se levanta de la silla.
-¿Rabí, que te acontece, ya no vas a predicar?- le preguntaban los ancianos.
-Es que me doy cuenta que entre nosotros-decía el doctor- tenemos a una eminencia en las Escrituras, ¿no es así hermano Jesús de Nazaret?-
Las miradas de toda la sinagoga se centran en Jesús, él un poco incómodo y sorprendido, le dice al doctor en la Ley.
-Por favor hermano, háblanos de la Ley de Dios y nosotros escucharemos-
-No-insistía el doctor en la Ley- tú eres el erudito hermano Nazareno- todos leíamos la ironía del teólogo, pero lo que este no sabía es que se enfrentaba con alguien mucho más agudo en cuanto al uso de la ironía- queremos deleitarnos de lo que aprendiste en los grandes seminarios del país. Dinos, tú que sabes mucho ¿qué se debe hacer para heredar la vida eterna?-
-Ja, tú ya sabes eso estimado hermano, ¿Cómo recitas la Ley en las oraciones todos los días?-
El doctor en la Ley no esperaba que el nazareno le respondiera con otra pregunta. Mientras pensaba, ahora se da cuenta que las miradas de la sinagoga caen sobre él. Atrapado no tiene otra opción que responder.
Respondió: -Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.-
Jesús lo mira con una gran sonrisa en el rostro- Muy bien has respondido estimado hermano, haz esto y vivirás-
La gente ya comenzaba a sonreír, pues el doctor de la ley, intentando hacer caer en el ridículo al nazareno, ahora es él que se encuentra cavando su propia tumba. Fue por lana y está saliendo trasquilado.
Pero intenta una vez más:- Y entonces Jesús de Nazaret, tú debes saber esta pregunta, ¿quién es mi prójimo?-
Jesús con paciencia le cuenta una historia de un hombre que fue asaltado en el camino y ante la indiferencia de un sacerdote y un levita, fue un samaritano quién lo ayuda.
Luego Jesús vuelve a tomar el sartén por el mango y le pregunta:-¿Quién crees que de todos los que pasaron al lado del moribundo fue el prójimo de este hombre?
El doctor de la Ley, ya en completo ridículo, nuevamente se ve atrapado y debe responder al risueño Jesús:-mmm…el que hizo misericordia del hombre moribundo-
Jesús respondió:-Entonces, vuelve a tu casa y ve y haz tú lo mismo-
Los aplausos se dejaron sentir, mientras que el presidente de la sinagoga llama a la calma y muchos felicitan a Jesús por su extraordinaria sabiduría. Mientras, el famoso teólogo, sale por una puerta trasera en el completo ridículo.
El maestro con credenciales teológicas se atrevió a debatir con el MAESTRO de maestros. Puntaje final. Jesús 2- Doctor de la Ley 0.

Un Jesús humano!!!!
Definitivamente, las historias antes relatadas están barnizadas y decoradas con un entorno ficticio, pues me propuse crear ambientes reales para aquellas enseñanzas de Jesús que parecen a veces tan alejadas de nuestra realidad.
Posiblemente varias de las enseñanzas de Jesús se dieron en contextos muy parecidos a las historias relatadas.
No me niego a pensar que el Rabí Jesús de Nazaret tenía una genialidad y simpleza única a la hora de enseñar.
Jesús usó mucho la ironía en sus imágenes pedagógicas.
También usó la hipérbole y las imágenes en contraste.
Tomó como elementos para sus enseñanzas de todo el mundo que le rodeaba. Para el maestro de Nazaret todo el mundo hablaba, desde las flores del campo, las estaciones y los niños jugando en las plazas.
Todo era material para sus parábolas e ilustraciones.
Y aún quedan varias enseñanzas que quedaron en el tintero.
¿Se imaginan un basurero detrás de la iglesia, repleto de órganos del cuerpo cercenados?  Manos, pies, ojos, orejas, lenguas, etc.  Jesús nos advierte con mucho recelo sobre el pecado y nos dice que es mejor cortarse una parte del cuerpo que ha pecado, que mantener el cuerpo intacto e irme al infierno. Obviamente Jesús no está indicando una acción literal, él está exagerando la idea hasta llevarla al absurdo. Lo que enseña Jesús, es que el pecado es una cosa muy seria.
Cuando pequeño tenía un amigo que criaba cerdos. Y los cerdos tienen hábitos propios de los cerdos. Yo no me imagino a la Mamá de mi amigo llevando sus vestidos más lindos o dándole de comer en la vajilla más hermosa que tenían. No, es ridículo vestir a un cerdo con Lacoste y perfumarlo con Tommy. Jesús advierte de no echar las perlas a los cerdos.
Yo tenía un amigo a quién le decíamos el “chico nano”, su nombre es Fernando. Y justamente era muy pequeño, tan pequeño que en su cédula de identidad no sale en la foto, solo se asoma…
Me imagino a Jesús pasando cerca de unos niños que justo se están midiendo, compitiendo quién era más alto. Jesús mira con risa a sus discípulos y les dice -No se afanen muchachos, por mucho que quieran añadir ahora 10 centímetros a su estatura, no lo podrán hacer. Confíen en Dios y el hará.-
No puedo dejar de sonreír, con este Jesús juguetón que ante la gran tormenta, mientras que sus discípulos luchaban con las olas y el viento, llevando casi 10 horas de intentar llegar a la otra orilla, Jesús caminando sobre las aguas quería ganarles la carrera.
O el Jesús resucitado que aparece “disfrazado” de jardinero delante de María. Luego se les aparece como caminante a los que volvían a Emaús. Y justo cuando partía el pan desaparece nuevamente ante su vista.
Luego con Pedro y los otros, los espera a la orilla, y como un experimentado pescador les dice por qué lado echar la red.
Tomás se niega a creer y en medio de la sala Jesús aparece y le dice- “Toca mi mano Tomás, mis pies, o si quieres puedes ver mi costado y a través del agujero que tengo, mirar la pared que está detrás de mí, jajaja-
Jesús compartió nuestra naturaleza, aunque sin pecado.
Y en esa condición de hombre, también se alegró, es más creo que él era el más alegre de sus amigos. Él redimió la alegría para Dios.
El problema para muchos de nosotros, es que nos cuesta demasiado asimilar a un Jesús con buen sentido del humor. ¿Por qué?
Porque de alguna manera creemos que esa imagen de Jesús, con buen humor opacaría su divinidad.
Pero atención, la primera herejía que combatió la iglesia y algunos apóstoles no fue concerniente a la divinidad de Jesús.
Recién en el año 325, en el primer concilio de Nicea se concluyó sobre la doctrina de la Divinidad de Jesús. El arrianismo apelaba que Jesús fue la primera criatura de Dios, por lo tanto no es Dios. Pero, en fin de cuentas, el arrianismo perdió.
Todo eso aconteció en el siglo IV.
Pero en el siglo I, la herejía que de manera insipiente afloraba en las iglesias del Asia menor, fue el “Docetismo”. Del griego “dokéo” que significa “Aparentar”.
Esta herejía enseñaba que Jesús no pudo ser hombre. Que cada vez que comió lo hizo para simular ser un hombre, es más, esta doctrina enseñaba que realmente Jesús no murió en la cruz.
Por mucho tiempo en occidente, la cristología apuntó sus dardos en defender casi exclusivamente la divinidad de Jesús. Defendimos con énfasis la declaración “Jesús es Dios”.
La humanidad de Jesús nos parecía secundaria, como un mero trámite para que el Hijo de Dios muriera en la cruz.
Gracias a muchos teólogos, a principios del siglo 20 y luego de las guerras mundiales, rescataron esa vertiente rica en teología, la doctrina de la humanidad de Jesús. Por eso no basta decir “Jesús es Dios”. Esa frase solo cobra sentido cuando entendemos esta otra, “Dios es Jesús”.
En cuanto hombre, Jesús compartió con el ser humano todas sus necesidades y sus carencias, sus alegrías y sus tristezas. Su fortaleza y también su fragilidad.
Siendo Dio se hizo un embrión, un pequeño ser indefenso en brazos de una mujer. Se hizo niño, el cual aprendió su cultura como cualquier otro niño. Aprendió a leer y a escribir, aprendió de la naturaleza y hasta aprendió un oficio.
Caminó entre nosotros, lo vimos reír y llorar, le vimos molestarse y también solidarizar con los demás, le vimos enseñar con astucia e infatigable alegría. También le vimos soportar con valentía sus horas más oscuras.
Sentimos sus buenos olores y también los malos.
Lo vimos cansado y con hambre, le vimos pedir agua y también cocinar un plato de comida. También le vimos levantar muertos, multiplicar comida de donde no la había, le vimos pararse frente a la naturaleza y esta le obedecía. Le vimos correr junto a los niños y encorvarse delante de las ancianas.
Le vimos bañarse y descansar al costado de riachuelos, disfrutar de la naturaleza que tanto amaba. Contemplar las flores y las aves del cielo.
Le ayudamos cuando cayó cargando la cruz, le dimos de beber en esa hora amarga. Lloramos con él cuando su amigo murió. Le dijimos que estaríamos con él hasta la muerte y luego Volteamos el rostro, nos desentendíamos de su persona cuando nos vinculaban con él y ahí en medio del frío de la noche, en el patio del sumo sacerdote, mientras lo llevaban, golpeado y con su frente sangrando al patio interior, en ese momento nuestras miradas se cruzaron. Sus ojos amoratados aún nos miraban con amor y esperanza.
Cuando ya creíamos que todo estaba acabado, un caminante de Emaús nos recordaba que los buenos aún iban ganando.
Un pescador a la orilla nos esperaba con desayuno para nuestra alma fatigada.
Un jardinero nos daba aliento en el momento más oscuro.
Él era, con sus manos traspasadas. Él era, con sus heridas, estas, que serán lo único visible que veremos para reconocerle cuando vuelva.
Este es nuestro amado y alegre Jesús, El Dios que ilumina lo humano y el humano que ilumina lo Divino.

 Oración del payaso
Señor, soy un tonto, pero te quiero,
te quiero tremendamente, locamente,
que es la única manera que tengo de amar,
porque sólo soy un payaso.
Señor, acepta la ofrenda en este atardecer…
Mi vida, como una flauta,
está llena de agujeros…,
pero tómala en tus manos divinas. 
Quiero que tu música pase a través de mí
y llegue hasta mis hermanos, los hombres;
que sea para ellos ritmo y melodía
que acompañe su caminar,
alegría sencilla de los pasos cansados.
(Florentino Ulibarri )