19 dic 2010



Navidad, ya no hueles a paja ni animales . Ya no hueles a frío ni a penurias.
Navidad, solo hueles a compras y carne asada, a perfumes y chocolate.
Lejos de la iluminada ciudad y de sus cálidos villancicos dicen que puedo hallarte.
Donde no hay regalos, ni sonrisas, donde dos refugiados junto a su hijo recién nacido esperan que pase esa noche triste.
En una sala de parto improvisada, en medio de la mugre y la precariedad, rodeados por un mundo ruin que no se apiada de una niña embarazada y sin dinero. Donde los malaventurados y menesterosos son los únicos en abrirle su hogar, compartiendo su herrumbroso refugio.
Navidad, ya no hueles a niño pobre ni a lágrimas de Padres impotentes... Navidad, ya no hueles a Dios.
El pasado déjalo al perdón de Dios
El presente déjalo a la misericordia de Dios
y el futuro déjalo a la providencia de Dios