1 mar 2013

¿Quién es Jesús?


¿Quién soy Yo?
Un día Jesús preguntó a unos Hombres: ¿Quién creen que soy yo?

.Un mormón respondió: Eres un extraterrestre
.Un protestante dijo: Eres el Verbo, el Hijo de Dios, el Mesías, Rey de Reyes, El Señor, según la tradición y de los cánones y concilios tú eres el...bla,bla, bla (Citando versículos Bíblicos)
.Un católico aseveró: Idem...
.Un Testigo de Jehová abrió su Biblia verde y dijo: Eres el Hijo de Jehová, pero no eres Dios.
.Un ateo murmulló: Eres un Mito, nada más.
.Un Judío inquieto abrió su boca: Eres Yeshua, profeta de Dios, pero así entre nos... sabemos que no eres el Mesías.
.Un Predicador rico dijo: Eres mi gran negocio
.Un aborigen que no lo conocía: ...? Yo conozco solo la coca-cola

.Pero una mujer pobre lo miró y dijo: Eres más que lo que el ser humano podría descifrar con miles de litros de tinta...
Eres un Rey, pero viviste como un esclavo.
Eres el más grande de los sabios, pero viviste como uno más entre los simples.
Eres Todopoderoso, pero nunca usaste la violencia ni impusiste tu autoridad para lograr tu misión.
Eres el Creador, pero te hiciste una criatura.
Eres el Santo, pero te hiciste amigo de los pecadores.
Eres el dueño de todo, pero te hiciste pobre y frágil
Eres Dios, pero conviviste con los más insignificantes hasta entregar tu vida como muestra de tu entero compromiso con el ser humano...
Te hiciste nuestro amigo, nuestro hermano, nuestro hijo y nuestro compañero de peregrinaje.

25 feb 2013

El Hobbit. Un viaje inesperado por el dolor.


El Hobbit.
Un viaje inesperado por el dolor.

Vi esta semana por segunda vez la cinta del Hobbit, ya había leído el libro hace años.
Les quiero compartir una de las escenas que me hizo mucho eco.
La historia general se basa en la decisión del mago Gandalf, en escoger para una expedición muy peligrosa a un ser sencillo que pasa inadvertido en el gran mundo de la tierra media, un hobbit llamado Bilbo Bolsón.
Bilbo es un hombre ya maduro que vive una vida tranquila en su casa en la comarca. De pronto es visitado por Gandalf y un grupo de Enanos que quieren recuperar sus tierras, Bilbo es invitado a ser parte de esta cuadrilla. El peligro es inminente. Más allá de los límites de la comarca solo esperan infortunios y hasta posiblemente la muerte.
Bilbo se rehúsa a emprender el viaje, él es un Hobbit y de apellido “Bolsón cerrado”, no es un aventurero.
Gandalf lo regaña, le recuerda a ese otro hobbit joven que anhelaba aventuras y que ahora se había convertido en el protector del legado de sus Padres, cuidando sus vajillas y su casa acomodada.
Bilbo suspira y le pregunta a Gandalf.
¿Si acepto y voy, me prometes que volveré?
Gandalf responde: NO, no te lo prometo, pero si vuelves, te prometo que no serás el mismo.

Este tipo de viajes inesperados conllevan un altísimo riesgo y en verdad, muchos cuando emprenden peregrinajes más allá de su zona de comodidad, posiblemente jamás vuelven, pues la oscuridad que se haya allá afuera, fuera de los linderos de nuestras seguridades pueden hundirnos para nunca más volver.

¿Por qué me hizo eco esta parta de la película?
Porque hace meses he venido viviendo uno de mis peregrinajes más difíciles.
Durante un tiempo afronté la decisión de viajar a un lugar del que algunos no vuelven.
Fueron meses muy difíciles, e inesperados, claro que sí, absolutamente.
Producto de la presión, del stress, de algunas metas no cumplidas, de crisis de diferente tipo, me vi en medio y sin previo aviso de grandes sombras que cubrían mi vida.
Mi peregrinaje fue hacia espacios arcanos de mi propio ser, a abismos oscuros que yo pensaba que estaban clausurados. Me encontré de cara con mis miedos más profundos, con lo peor de mí y también con luces de esperanza.
Algunos estudiosos del comportamiento humano le llaman a esta experiencia Depresión.
Como una gran sombra al comienzo del bosque, el camino fue oscureciéndose cada vez más. Acompañado de este siniestro vigilante, desde la oscuridad del bosque negro salieron también otros seres que acechaban. Miedo, ansiedad, pánico, culpa, tristeza, desasosiego.
Fue un viaje inesperado, porque nadie planifica tener depresión o trastornos de ansiedad o alguna otra patología. Uno va por la vida tranquilo y de pronto te das cuenta que te metiste en un pantano y cada vez más te apartas del camino por donde venías.

La sensación.
Te sientes golpeado por todos lados.
Vez cada día como una montaña inalcanzable, quieres levantarte y mirar el mundo como antes, pero las sombras te aprietan con tanta tenacidad que sientes que quieres vivir pero no tienes fuerzas para hacerlo.
Por eso digo que es un peregrinaje del que no todos vuelven, pues algunos frente a la desesperación encuentran más alivio en la muerte que en seguir luchando, aún con lo poco que te queda de fuerza.
Yo tomé la decisión, por las tres estrellas que brillan en mi vida, mi esposa y mis dos hijos. Tomé la decisión de levantarme de entre las sombras, de saber que esto es un día a la vez, que el camino a la luz, no es corriendo ni a saltos, sino a pequeños pasos.
Asumiendo que estaba entre las sombras y cada noche cuando las olas me cubrían y parecía hundirme en lo más profundo del abismo, ahí entregarme impotente a aquel que siempre es Bueno, a aquel que seguirá Caminando con nosotros aún en medio de la muerte misma.
Si, la muerte me mostró sus dientes, vi la nada detrás de sus vestiduras azules.
Pero me di vuelta y comprendí que por alguna razón en esos momentos tan lejana, todo tarde o temprano terminaría bien, que volvería de este trance y abrazaría a mi familia, más fuerte, más sereno, más seguro, más maduro.

Un día, luego de meses peregrinando por el bosque negro, comencé a ver la luz, poco a poco desflorando las hojas hirsutas, supe que estaba cerca, que pronto volvería a casa.

Las marcas de este viaje, de esta lucha no han sido menores.
A la simple vista, he bajado más de 10 kilos.

Hace unos días hablé con mi esposa, mirándola a la cara le dije. Tuve un viaje al interior de mis peores pesadillas, me encontré con lo peor de mí mismo, también con otras áreas más benévolas. Pero ya volví, no soy el mismo, jamás lo seré… estos viajes dejan marcas para toda la vida.

A ese dios “salvavidas y exitista” del que se predica en abundancia, le di cristiana sepultura. Ese Dios que anda como una mamá de polleras largas cubriéndote de todo mal, no dejando que sufras en la vida, esas predicaciones de “Estás destinado al éxito” “Eres cabeza no cola” “Dios no permitirá que a su hijo le pase eso”…y todos esos engendros parecidos, pertenecen a otra época, de ingenuidad, cuando necesitaba un dios Madre Protectora.
Que mal le hacemos a la gente cuando le predicamos ese dios, pues la vida está llena de golpes, y cuando te deja sin oxígeno luego de un golpe duro, te das cuenta que eso que te predicaron no sucede en la vida real. Ahí, para perpetuar la nocividad de esas enseñanzas, te hacen pensar que el error no está en la enseñanza sino en ti que te faltó fe.
A esa manera de ver a Dios y a ese dios sobreprotector lo acabo de sepultar, junto con el otro Ulises.
Hoy, prefiero abrazarme a ese Dios de los Evangelios, al que guarda silencio frente aún ante la muerte de su propio Hijo (Y silencio no significa que no esté ahí) y que guardó silencio ante las circunstancias más trágicas que vivieron sus fieles apóstoles.

Un padre sobreprotector le hace tanto daño a su hijo como el padre que lo maltrata, porque criar a un hijo con la incapacidad de enfrentarse al dolor es criar a un inválido emocional.
Creo en Dios Padre, pero no en ese Padre sobreprotector que anda siempre evitando que sus hijos caigan y se golpeen, no, ese no es un Padre sino un monstruo. Un verdadero Padre sabe que el mundo es duro y camina con nosotros no evitando que vivamos el dolor. Sino ayudándonos a seguir y a asumir nuestra realidad, aprendiendo a vivir desde esa experiencia.

Bilbo emprendió el viaje.
Luego de muchas jornadas vuelve al hogar y se da cuenta que su vida jamás volvió a ser la misma.
Siento que estoy volviendo al hogar y agradezco que ya no soy el mismo.
Posiblemente este estilo de escritos algunos colegas míos me dirán: No es bueno que un pastor conocido muestre sus debilidades.
Al diablo con esa estupidez, mi Maestro nunca tuvo reparos en mostrar sus heridas en sus manos y en sus pies, quienes somos nosotros para esconderlas.

A los que están en ese bosque oscuro, solo decirles que se puede. Que se puede salir de ahí.
Nada es invencible en la vida, ni aún la muerte.
Las sombras que te cubren hoy, solo serán un recuerdo cuando en el mañana el sol vuelva a besar tu frente.
Ánimo, aunque tu peregrinaje sea como un fardo inaguantable, sigue adelante, no estás solo(a).
Cuando vuelvas, volverás más fuerte, más sabio, más lleno de amor.
No te rindas, hay alguien que nunca te dejará, Él lo prometió, "Aunque ande en valles de sombras de muerte, tú estarás conmigo".