15 dic 2012

Navidad, ya no hueles a Dios

Navidad...

Navidad, ya no hueles a paja ni animales . Ya no hueles a frío ni a penurias.
Navidad, solo hueles a compras y carne asada, a perfumes y chocolate.
Lejos de la iluminada ciudad y de sus cálidos villancicos dicen que puedo hallarte.
Donde no hay regalos, ni excentricidades, ni viejos fofos vestidos de rojo... donde dos refugiados junto a su hijo recién nacido esperan que pase esa noche 
triste.
En una sala de parto improvisada, en medio de la mugre y la precariedad, rodeados por un mundo ruin que no se apiada de una niña embarazada y sin dinero.
Rodeados de monstruos como Herodes, que representa a todas aquellas bestias que no les importa el otro con tal de seguir acaparando más y quitando más al más frágil.
Navidad, espacio donde los malaventurados y menesterosos son los únicos en abrir su hogar, compartiendo su herrumbroso refugio de pajas.
Navidad, ya no hueles a niño pobre ni a lágrimas de Padres impotentes... Navidad, ya no hueles a simpleza, ni a la voz de ángeles que se acercan a pobres pastores dándoles un respiro de esperanza en medio de sus trabajosas vidas.
Navidad, ya no hueles a Dios.