6 abr 2012

Reflexión de Viernes Santo

Un gran teólogo del siglo IV, Agustín de Hipona, enseñó que la cruz de Jesús es lo más importante de su vida, que Jesús vino exclusivamente a morir. Suena lógico y bonito a primera vista, pero luego te das cuenta de algo, que una doctrina solo centrada en la muerte de Cristo puede tener la tentación de dejar a un lado su obra y enseñanza.
Jesús murió no necesariamente como consecuencia de un acto divino ya estipulado, también lo hizo porque su ministerio como profeta, su compromiso con los más desvalidos, su valentía frente a los poderes que oprimían al pueblo, hicieron de Jesús un ente peligroso para los intereses de aquellos que monopolizaban la religión.
Jesús murió por causa de su obediencia a Dios a su llamado mesiánico, de ser el restaurador de Israel y de la humanidad. Llamamiento que fue rechazado por aquellos que tenían la facultad de quitar la vida a los que son una amenaza.
Por eso, su muerte fue el resultado de una vida valiente, donde la verdad se lleva en la frente no importando las consecuencias.
Iamginen que irritante fue para los líderes religiosos escuchar a un hombre que les decía a la cara "Ustedes no conocen al verdadero Dios, todo lo que hacen está motivado por otros intereses, pero Dios no está detrás de sus obras"
Cuando Elías enfrentó el poder religioso y político, la reina Jezabel lo amenazó de muerte, más Elías huyó. ¿Qué hubiese pasado si Elías no hubiese huído? Lo más seguro que hubiese muerto. La historia dice que cuando Jesús olfateó la muerte, en vez de huir, avanzó sus piezas a Jerusalén, para poner su cabeza en la boca del león.
Jesús murió porque fue coherente a su mensaje, por eso separar su muerte de su vida y obra es casi un suicidio teológico.
También y es de resaltar, Jesús no murió solo como representante de la humanidad ante un Dios "ofendido", teología que se ha hecho casi la única explicación en ciertos grupos confesionales. NO!
Pareciera en algunas lecturas ver a un Jesús que nos salvó de "ese Dios airado" al morir en la Cruz. Que manera de horrorizar la imágen de ese "Abba Padre" que Jesús nos enseñó!!!
Suena como si Jesús luego de enseñarnos el gran amor de Dios, ahora enfrentando la muerte dijera: "Bueno, ahora que iré a Jerusalén enfrentaré la muerte porque en verdad el Padre amoroso que les enseñé no es tan amoroso, él está ofendido con el pecado de la humanidad y quiere destruir a la raza humana, por eso yo me pondré en medio para que toda su ira caiga sobre mí".
Con esta mirada doctrinal, quedamos aliviados por la obra de Jesús, pero la imágen del Dios severo, airado y condenador no cambia.
El Nuevo testamento usa muchas imágenes para intentar explicar la muerte de Jesús, y en varias de ellas es tajante al decir que no solo representó a la humanidad delante de Dios, sino que también, en su muerte representó a Dios ante la humanidad. Como dice Pablo, "En la cruz Dios estaba reconciliando consigo al mundo".
Dios no es un personaje pasivo que necesita ser aplacado de su ira, sino el gran protagonista que toma la iniciativa de salvarnos de nuestras miserias.
Jesús no nos salvó de Dios, sino que Dios en su acto de amor envió a su Hijo para enseñarnos quién realmente era él y para mostrarnos a través de la vida de su Hijo como vivir para él y tener la vida eterna, que en el evangelio de Juan se interpreta como "Tener comunión con Dios".

Algunos intelectuales de la edad media se preguntaban ¿Si el hombre no hubiese pecado, Jesús de todas maneras se hubiese encarnado? ... ¿ qué dicen? .
Posiblemente sí, se hubiese encarnado, porque su misión por excelencia fue mostrarnos quién era Dios y cuanto nos amaba.

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