Supe de un hombre que recibió a una mujer a quién amaba,
pero esta ya estaba embarazada, aun así la amó, cuando nació ese hijo, este
hombre vio el rostro de esa pequeña criatura y sintió algo que nunca había
sentido en su vida, sus ojos quedaron expuestos a la bella mirada de este bebé.
Con todo su corazón y con toda su alma, este hombre decide
en ese instante ser un padre para este pequeño, le enseñaría todo lo que sabe,
lucharía para que esta desvalida criatura se transforme en un hombre de bien.
De pronto, se dio cuenta que las condiciones a su alrededor
eran muy peligrosas, decide en una noche tomar a su esposa y a quién ahora era
su hijo, su bebé y huyen al sur del país hasta una tierra desconocida.
Llegan a una gran capital, una urbe gigantesca.
Ahí solitos, estos tres emigrantes luchan por sobrevivir.
Este hombre es valiente, esforzado, es un luchador.
Él como indocumentado, trabaja por sueldos míseros, pero aun
así es mejor pasar desapercibido en esa gran ciudad que volver al peligro de su
tierra.
Son inmigrantes, pobres, golpeados por la injusticia, pero
son tres personas que se quieren y lo único que desean es salir adelante,
surgir en medio de este mundo tan duro.
Este Padre, aunque no biológico, toma siempre la iniciativa
por su familia.
Un día, recibe una noticia.
El peligro que le asechaba en su tierra natal ha
desaparecido.
Él toma la decisión de volver con su esposa e hijo.
Ya en su tierra, de pronto se da cuenta que su pequeño bebé
ya es un niño de 10 años. Cómo pasa el tiempo.
Él trabaja de albañil y ya su hijo que ahora tiene 18 años
lo acompaña en su trabajo, viajan juntos a otras ciudades para trabajar en la
construcción de edificios, carreteras, casas y palacios de poderosos príncipes.
Un día, este hombre siente que no puede levantarse, el dolor
le es casi insoportable.
Poco a poco sus fuerzas se le van como la arena entre sus
dedos.
Ya en su lecho de muerte observa al que alguna vez fue un
pequeño bebé indefenso nacido en un establo lejos al sur del país. Es su hijo,
le ha enseñado todo lo que sabe, ahora él podrá cuidar de su Madre, es al igual
que su Padre un excelente carpintero.
-Hijo- le decía ya casi agonizando- mi pequeño, cómo has
crecido, mírate, ya eres un hombre de 20 años, te he enseñado todo lo que se,
ahora es tiempo de que emprendas tú tu propio vuelo, estoy seguro que la vida
te ha marcado para que seas mucho más que un simple carpintero como lo es este
viejo. Eres un regalo del cielo mi niño y siempre serás mi pequeño, pero... con
tu Madre siempre hemos pensado que este regalo no solo fue para nosotros, sino
para todo el mundo. Ve hijo, sé un buen carpintero y construye con tus manos un
nuevo futuro para todos, repara con tus manos no solo tabiques, sino también
las vidas destrozadas de muchos que necesitan a un buen carpintero como tú-
Luego de tres días, fue sepultado aquel hombre, José hijo de
Jacob.
10 años después, su hijo dejó su taller para dedicarse a
reconstruir un mundo que se caía a jirones. Su nombre Jesús, el hijo del
carpintero.
Engendrar hijos no te hace Padre, te hace Padre amarlos,
cuidarlos, velar por ellos hasta que ellos continúen su camino donde tú
terminaste el tuyo.
Feliz día para todos los Padres.
2 comentarios:
Muy buenos Ulises :)
Gracias a Dios por estas palabras, las cuales he leído lleno de lágrimas en mis ojos...
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