6 mar 2011

Sueño


Llego a un anciano árbol y le pido permiso para apoyarme en él y cerrar mis ojos.
Hace días que no reposamos.
Aparejamos lo poco que traíamos en este viaje.
Las fogatas eran tímidas pero bastaban para recordarnos que aún somos seres humanos, que aún nos queda algo más que la muerte, la posibilidad de enfrentarla satisfecho de haber vivido.
Sueño con mi hijo, que lejos de todo este paraje infértil juega esperando un mañana.
Con mi joven esposa, que mira por la puerta esperando al hombre que partió lejos de ella con lágrimas inconsolables.
Un sopor me unge como a un príncipe en esta planicie áspera, me abandono dejando todo.
Respiro lento y me uno a mi familia en una danza mística, espíritus amantes que miran el mismo cielo.
Y antes de partir a mis sueños, veo a los que provocaron toda esta destrucción.
¿Qué ungüento consuela a los que por amor a sus riquezas renuncian a la humanidad?
¿Qué canciones consuelan a los que oyen las voces de millones de muertos que gritan debajo de sus almohadas?
¿Qué tribunal declarará inocente a los que construyeron sus palacios a costa de los hombros de sus hermanos menores?
Pobres desgraciados, duermen podridos de oro, pero el descanso hace años que no se acuesta con ellos.

No hay comentarios: