15 ene 2013

Yo me bajo de este tren


Yo me bajo de este tren
Por favor, no me pidan que siga arriba.
Es que ya me saturé.
Yo me bajo de este tren de la religiosidad alienada a la cual estamos sometidos como esclavos de un faraón malvado.
Me bajo del tren de las apariencias, del liderazgo enamorado de estadísticas y masas de gentes, de llenar estadios, llenar teatros, llenar calles, porque en el fondo su amor no es por las personas sino por ellos mismos y su ego. Me bajo del tren de un liderazgo enamorado de las masas pero que es indiferente absolutamente a las personas que la constituyen.
Me bajo del tren de las dictaduras, de ese liderazgo que te empuja a que le confieses hasta el color de calzoncillos que usas, ese que poco a poco se va metiendo en tu vida, hasta el punto de tomar tus hilos y dirigirte como marioneta. Me bajo de ese tren de la manipulación colectiva, de esa asolapada dictadura que te anula y te quiebra sistemática y absolutamente  tu voluntad.
Me bajo al tren de las estadísticas, de andar respondiendo a todos cuanta gente va a mi iglesia, como si fuéramos un exclusivo “country club” que competimos por captar clientes. Me bajo de esa manera de pensar, que los números son signos indubitables de la bendición de Dios. Los cementerios crecen todos los días y están llenos de cadáveres.
Me bajo de ese chovinismo cristiano estúpido de pensar que los creyentes son seres humanos de primera categoría y todos aquellos que no comparten nuestras creencias están más abajo en la escala de valores. Me bajo de ese espíritu sectario que embriaga a los cristianos. Qué vergüenza nos debiera dar que en la práctica un no creyente se porta con más misericordia y tiene más fe y esperanza, que trabaja por la paz y es compasivo y sensible al dolor humano, más que toda la bulla de mil iglesias.
Me bajo del tren del ruido innecesario. De los decibeles traumáticos a los cuales me tengo que exponer, de músicos engreídos que no adoran a Dios sino a sus propios egos y de un aparataje musical tan falto de diversidad, tino, contenido y silencios. No puede ser que vaya a una iglesia y me encuentre que la típica bandita toca las mismas canciones sin contenido espiritual que miles y miles de congregaciones. ¿Acaso no existen otros instrumentos para tocar que los que toca M.Witt, J.A Romero y Hillsong? ¿Dónde está la diversidad? ¿Dónde puedo hallar un charango, un arpa, un Cello, un violín, el trompe?
Me bajo del tren de la moralina cristiana, esa misma que levanta el dedo furioso contra  los candidatos políticos que apoyan la unión civil entre personas del mismo sexo, pero apoyan o guardan silencio ante presidentes que inician guerras fratricidas o venden estratosféricamente más armas que libros, cuadernos y lápices. Me bajo de esa moralina que se escandaliza por un “Barrio rojo”, pero se mantiene ignorante a los otros barrios inmorales, esos donde gente encorbatada sigue alimentando la avaricia de ese puñado de poderosos que lo tienen todo y quieren dejar sin nada a los que tienen tan poco. Me bajo del tren de nuestra hipocresía, que se escandaliza por una grosería, una niña embarazada o un cigarrillo en la boca de alguien, mientras guarda silencio ante las grandes desigualdades, que llevan a la muerte de hambre cada 15 segundos, a niñitos en todo el planeta.
Por favor, yo me bajo.


1 comentario:

Daniel De la rosa dijo...

Magistral; lo que nos mata no son los actos de los malvados, sino el silencio de los inocentes. Una mirada real a la hipocresía excluyente que carcome nuestras iglesias. Solo anhelo que Dios nos colme de sabiduría para seguir sus pasos y sus enseñanzas, en todos los aspectos de nuestras vidas. Muchas gracias, desde Colombia, por estas palabras.