30 ene 2012

Una entrevista con el Apóstol

Un gran predicador bajó de su Volvo. Estaba determinado en conocer al gran apóstol que trastornaba ciudades enteras y preguntarle qué debía hacer para alcanzar el éxito.
Para sorpresa suya, le avisaron que el apóstol estaba en la cárcel.
En dirección a la cárcel, el predicador pensaba:-No puede ser que un hombre tan distinguido como él pueda llegar a la cárcel, si somos hijos de Dios, él no puede permitir que suframos o que pasemos miserias... Somos cabeza no cola!!!...debe haber una grave equivocación-
Habló con el alguacil de la cárcel. Los dos eran amigos. Este gran predicador había tenido cenas con empresarios y gente importante para buscar donativos en pos de su ministerio.
Logró llegar donde estaba el apóstol.
El viejo cantaba una canción, un lindo himno sobre un Rey que tomó condición de esclavo.
El gran predicador al ver al viejo, que más que apóstol parecía un mendigo, se sintió profundamente decepcionado.
Durante unos 10 minutos de entrevistas, el joven y gran predicador esperaba escuchar de éxitos en grandes cruzadas de evangelización, de estadios llenos, de lujosos hoteles, de carros del año, de iglesias imponentes, de viajes en primera clase.
El anciano apóstol solo habló de cárceles en vez de hoteles, de enfermedades en vez de sanidades, de naufragios en vez de vuelos en primera clase, de abundancia en algunos momentos, pero también de mucha escasez, de persecuciones en vez de amistades importantes.
El joven predicador, ya totalmente desilusionado le dijo:-Rechazo totalmente tu evangelio, creí que iba a encontrar a un hombre exitoso, pero veo solo un anciano que inspira lástima. Me dicen que mañana te ejecutarán y creo que es mejor que desaparezcas en el olvido pues eres una vergüenza para todos nosotros que somos verdaderos predicadores-
El anciano lo miró y siguió cantando ese himno antiguo.
El predicador salió y no se percató durante todo el momento de la hermosa letra del himno...
"El cual, siendo en forma de Dios, no estimó ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de esclavo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. Por lo tanto Dios también lo Exaltó..."

El joven predicador no se dio cuenta del gran misterio del Evangelio.
El éxito viene solo cuando sigues el camino de Jesús, quién apuntando hacia abajo, en humildad, solidarizando con los más frágiles y desposeídos, y muriendo como millones mueren en la total impotencia, fue solo ahí que Dios lo levantó sobre todo el universo.
El joven predicador, como Adán, al parecer escuchó ese otro evangelio... querer ser igual a Dios y mirar el mundo debajo del hombro.
Y esa mañana, justamente ejecutaron al viejo, el anciano Saulo de Tarso, fiel Apóstol de Jesucristo.

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